2 de enero de 2012

La obsolescencia programada


Antes de empezar mi primer post del año 2012, me apetece felicitar el año a todas las personas que me lean, ya sean muchas o pocas, pero que a fin de cuentas conceden 5 minutos de su tiempo para leer mis artículos.

Hace ya algunos meses, aún en el 2011, vi un reportaje en las noticias que me llamó la atención por el tema que trataba, por las verdades que decía, y por ser una muestra de que las cosas que usamos a diario no han de dejar de funcionar necesariamente porque hagamos algo que las estropee. ¿Y de qué iba ese reportaje? De algo llamado “obsolescencia programada”.

Esa expresión plantea la pregunta, o al menos así lo hizo para mi (que nunca la había oído) de… ¿qué es eso? La obsolescencia programada se podría definir como la determinación, la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio,  de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano  por el fabricante o por la empresa de servicios, (durante la fase de diseño de dicho producto o servicio) éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible”. Dicho de un modo más simple, supone que un producto dejará de funcionar llegado cierto momento, porque así fue diseñado previamente.

Por poner un ejemplo, todos tenemos teléfonos móviles, reproductores de música, algunos además ordenadores portátiles, y otros objetos que funcionan con una batería, que cada vez que se agota debe cargarse. Con el tiempo esas baterías empiezan a perder fuerza necesitando ser cargadas, y la carga que consiguen recuperar va siendo cada vez menor y provocando un menor tiempo de uso o disfrute del aparato que sea. Esto tendría su lógica si no fuera porque tales aparatos están diseñados para funcionar hasta tal momento, y que, llegado ese momento, o bien el cliente necesite cambiar alguna pieza, o bien adquirir un nuevo producto (porque a veces, resulta irónico que valga más la pieza que necesitamos que comprar otro producto nuevo). Esto explica por qué muchas veces un aparato deja de funcionar cierto tiempo después de ponerlo en marcha, o por qué se estropean algunos componentes, y eso es porque la industria que los fabrica así lo desea para hacer su negocio.

Lo que recuerdo con más fuerza de aquel reportaje, meses después de haberlo visto, es que la mayoría de empresas tienen laboratorios de investigación destinados a este fin; es decir, donde todo tipo de máquinas y personas, ponen a prueba los aparatos que nosotros usamos diariamente, para conocer sus límites. Está claro que no siempre que un aparato se estropee o deje de funcionar, será por culpa de sus usuarios, sino que es algo ya planificado de antemano por quienes comercian y elaboran tales aparatos, por lo que la honradez no parece tener cabida en el sector comercial si se investiga constantemente la mejor forma de que un aparato sea ineficaz con el tiempo…

 
Una prueba irrefutable de ese pensamiento acerca de la honradez, es el siguiente dato, el cual nos remite al origen de todo este fenómeno: En 1911 se anunciaban bombillas con una duración certificada de 2500 horas, pero en 1924 los principales fabricantes pactaron limitar su vida útil a 1000”.

Como dijo una vez el entrenador y ex - jugador de fútbol Bernd Schuster en una rueda de prensa…”no hace falta decir nada más”.

P.D: Para quienes estéis interesados en profundizar sobre el tema, puede que este vídeo os interese, ha recibido varios premios:

1 comentario:

  1. Un tema muy interesante, preocupante si profundizamos, con factores muy negativos sobre todo en el medio ambiente, porque la mayoría de esos productos no son biodegradables e interfieren en el ciclo de la naturaleza.
    Vivimos en la era del consumo, de la velocidad, en un mundo competitivo donde lo único que cuenta es ser el primero, los intereses particulares imperan y casi siempre enmascarados, el deseo del poder y el placer inmediato...Olvidamos la espera de las cosas y la manera de gozar el momento cuando llegan.
    La ciencia avanza pero no así la calidad ética de quienes manejan todos los recursos, tampoco de los que hacemos uso de ellos.
    ( Por cierto... al ver Atom he recordado la escena de Max y Charlie enseñándolo a boxear jejee)
    Buen post!

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